En el escenario chileno, las pequeñas y medianas empresas, que representan más del 98% del tejido empresarial según el Ministerio de Economía, se destacan tanto por su contribución al empleo como por ser el espacio inicial de desarrollo profesional para numerosos jóvenes. Estas organizaciones, caracterizadas por su menor tamaño y estructura menos jerárquica, permiten a los nuevos profesionales interactuar de manera directa con diversas áreas y altos cargos, facilitando un aprendizaje práctico acelerado y el fortalecimiento de competencias como la comunicación efectiva, la resolución de problemas y la capacidad de autogestión.
Caio Arnaes, director asociado de Robert Half Chile, enfatiza que las pymes ofrecen condiciones únicas para el crecimiento profesional. Al integrarse en un entorno con menos burocracia, los jóvenes tienen la oportunidad de asumir múltiples responsabilidades y adquirir habilidades blandas a un ritmo más rápido, lo que a su vez aumenta su empleabilidad y visibilidad dentro de la organización.
No obstante, el experto advierte que la ausencia de procesos formales de incorporación puede representar un desafío importante para quienes inician su carrera. La falta de lineamientos claros y de un acompañamiento continuo puede dificultar la adaptación al ritmo y a las demandas del entorno laboral. Para mitigar estos inconvenientes, se recomienda la implementación de planes detallados de onboarding que incluyan la presentación del equipo, la definición precisa de funciones y la instauración de canales de retroalimentación y evaluación continua.
Asimismo, contar con un mentor o responsable que guíe y supervise a los nuevos trabajadores se presenta como una práctica valiosa para asegurar que la experiencia laboral inicial resulte enriquecedora y no frustrante. Esta estrategia permite medir los resultados, ajustar procesos y, en definitiva, fortalecer tanto la cultura organizacional como la proyección de carrera de los jóvenes talentos.
Autor: Jorge Rojas
