Durante una charla, un gerente de administración y finanzas resumió su tarea profesional en términos muy directos: vender caro, comprar barato, cobrar rápido y pagar lentamente. Gonzalo Adriasola, docente en Unegocios FEN de la Universidad de Chile, recuerda esta anécdota para ilustrar cómo, en exceso, se enfatiza el aspecto financiero en detrimento de otros valores esenciales. Según Adriasola, elementos como la integridad, el respeto, la colaboración y el compromiso, muchas veces exhibidos en lujosas gráficas en las oficinas, terminan siendo meros adornos costosos sin un verdadero reflejo en las decisiones estratégicas. El académico subraya que, a pesar del discurso corporativo centrado en impactar positivamente a la sociedad, promover el bienestar y avanzar hacia la sostenibilidad, las resoluciones que determinan el rumbo de la organización se toman con un enfoque frío, medido a través de indicadores financieros como el EBITDA. Esta contradicción sistémica no afecta únicamente la imagen externa de las empresas, sino que también socava internamente la moral de aquellos que buscan construir un proyecto con significado, enfrentándose a lineamientos que exigen compromiso sin ofrecer confianza real, desarrollo sin reconocimiento y creatividad sin acompañamiento. Asimismo, Adriasola critica el trato hacia los proveedores, en especial a los pequeños, que en teoría son aliados estratégicos pero en la práctica se gestionan como recursos desechables, recibiendo plazos de pago extensos y siendo despojados del reconocimiento a sus aportes. Aunque existen compañías que optan por una gestión coherente y auténtica, estas aún son la excepción y no la regla. El docente concluye señalando que, si bien la rentabilidad es vital, cuando se convierte en el único pilar de decisión, se desmorona el contrato implícito entre la empresa y sus colaboradores, proveedores y comunidades; una situación que, tarde o temprano, repercute en la reputación y sostenibilidad corporativa.
Autor: Roberto Sánchez